Por
Miguel-Juan Pereda Hernández
Este tipo
instituciones tuvo su origen en Bélgica, donde se desarrolló paralelamente al
crecimiento y consolidación de las organizaciones socialistas, especialmente en
las zonas industriales de Valonia. La Casa del Pueblo de Almansa (una de las
primeras de España, la tercera de Castilla-La Mancha y la más antigua de la
provincia de Albacete) surgió como fruto de la influencia levantina; no en
vano, las de Elche y Villena fueron creadas en 1905 y 1906 respectivamente.
1.
FUNDACIÓN
En la primera década
del siglo XX ya estaban implantadas en nuestra ciudad varias sociedades obreras,
tanto de socorros mutuos: “La Unión Almanseña” (fundada en 1891) y “La
Bondadosa” (1909), como de resistencia o sindicatos: “Albañiles” (1903),
“Los Trabajadores” (jornaleros 1903), “La Luz” (zapateros 1904), “La
Prosperidad” (oficios varios 1908). También estaba establecida la “Agrupación Socialista
de Almansa”, cuyo ingreso en el partido ya era un hecho en octubre de 1904.
Se viene
aceptando 1909 como el año de fundación de la Casa del Pueblo de Almansa. Es
posible que en sus primeros momentos organizativos funcionase de manera
provisional en la sede de alguna de
las sociedades obreras existentes en la localidad, de ahí que fuentes orales
sitúen sus primeros emplazamientos en la calle Mendizábal, en cuyo número 6
funcionaban “La Luz” y “La
Bondadosa”, o en la plaza de Santa María (en el número 16 tenían su local
“Los Trabajadores”). Ante las dificultades de conseguir un inmueble en régimen
de alquiler, se pidió ayuda a otras sociedades obreras. Finalmente, se logró el
que sería su domicilio social definitivo, situado en la calle del Progreso número
13, que fue adquirido en 1908 por la “Sociedad de Profesiones y Oficios Varios
de Madrid” por un importe de 12.500 pesetas.
2. ESTATUTOS
El 29 de octubre de 1910 se presentaba ante el Gobierno Civil de Albacete su Reglamento Federativo, que constaba de 60 artículos distribuidos en siete capítulos y un adicional, siendo presidente José Lorite Castor[1], tesorero Diego de Ves y secretario Antonio Zornoza.
CAPÍTULOS |
ARTÍCULOS |
I Objeto. |
1º |
II De las Sociedades. |
2º a 11 |
III De las huelgas. |
12 a 26 |
IV De la Casa del Pueblo. |
27 a 30 |
V Disposiciones Generales. |
31 a 34 |
VI De la Junta Federal. |
35 a 53 |
VII De los Congresos. |
54 a 60 |
|
Adicional |
La
Federación de la Casa del Pueblo se fijaba
cuatro objetivos primordiales. El primero, reunir en su seno a todos los obreros
de ambos sexos (intelectuales y manuales) de Almansa que formasen, o aspirasen a
formar parte de sociedades legalmente constituidas e interesadas en mejorar,
tanto el estado moral y material de sus afiliados y de sus familias, como las
condiciones de trabajo de los mismos, por medio de la resistencia, el socorro
mutuo ante la enfermedad, la cooperación socialista de consumo, la enseñanza
laica y la acción política de clase. El segundo, procurar la creación de nuevas
asociaciones mediante el asesoramiento a los compañeros que lo solicitasen. El
tercero, practicar el principio de solidaridad entre las organizaciones de
dentro y fuera de la localidad. Y el cuarto, mantener estrechas relaciones y
lazos federativos con todas las entidades nacionales o internacionales de fines
similares.
La Casa del
Pueblo estaría abierta a todas las sociedades obreras almanseñas que aceptasen
cumplir fielmente su Reglamento y sus acuerdos. También se admitiría a
sociedades de socorros mutuos y cooperativas de consumo cuando sus condiciones
económicas fuesen consideradas convenientes. Los colectivos interesados en
integrarse en ella deberían solicitarlo mediante una declaración firmada por
sus representantes legales y remitir dos ejemplares de sus Estatutos, con el fin
de comprobar que no existiese en ellos ningún concepto contrario al objeto de
la Federación. Ésta, por otro lado, se comprometía a no reconocer más de una
asociación del mismo oficio en la localidad. Ninguna sociedad sería admitida
mientras no tuviese pagada la primera cuota y sería dada de baja cuando, sin
causa justificada, adeudase las cuotas ordinarias correspondientes a dos meses,
o las prorratas extraordinarias dos meses después de concluida una huelga
reglamentaria. Todas ellas estarían obligadas a contribuir a los gastos de
sostenimiento del local, así como a remitir a la Junta Federal, en la última
semana de cada mes, el movimiento de altas y bajas de sus asociados, ya que el
prorrateo se haría con arreglo al número de cotizantes.
La Federación
calificaría una huelga como reglamentaria, y por lo tanto con derecho a auxilio
económico, cuando estuviesen comprometidos más de 20 individuos, o la casi
totalidad de los obreros de un oficio de escaso personal, y se vislumbrasen
probabilidades de triunfo. Pese al dictamen negativo de la Junta Federal, la
huelga sería asimismo reglamentaria si así lo aprobase la mayoría de los
federados. Las condiciones que la Junta Federal consideraría para calificar una
huelga como reglamentaria serían las siguientes: que la sociedad de resistencia
contase con fondos suficientes para socorrer económicamente a los huelguistas
durante dos semanas, que la mayoría de los trabajadores del oficio estuviesen
afiliados a la misma con una antigüedad de más de un año y, por último, que
el sector no estuviese afectado directamente por una crisis de trabajo. Mientras
se mantuviese una huelga no se auxiliaría simultáneamente a otra. Aquellas
organizaciones que se declarasen en huelga no reglamentaria contarían,
exclusivamente, con el apoyo moral y la ayuda voluntaria de la Federación.
Cuando una sociedad estuviese a punto de agotar sus recursos económicos como
consecuencia de una huelga reglamentaria, todas las demás estarían obligadas a
contribuir al mantenimiento de aquélla con 0,10 pesetas por cada afiliado que
trabajase, excepto aquellas organizaciones que se encontrasen manteniendo un
paro por su propia cuenta. Si acabada una huelga mediante convenio con los
patronos, éstos faltaren a lo pactado antes de transcurridos dos meses, se
reanudaría el paro y la Federación continuaría prestando su apoyo a los
huelguistas. La Federación daría por terminada una huelga cuando los patronos
aceptasen las reclamaciones de la sociedad convocadora, lo acordase la Junta
Federal, o volviesen al trabajo las tres cuartas partes de los huelguistas.
Cuando alguno de éstos fuese despedido como consecuencia de represalia
patronal, tendría derecho durante un mes a un socorro de 0,10 pesetas por cada
kilómetro de ferrocarril recorrido en busca de trabajo, hasta un máximo de 25
pesetas. Una vez terminada una huelga se procedería a su liquidación general,
y la Junta Directiva de la asociación implicada remitiría a la Junta Federal
un informe sobre la situación de sus fondos sociales, ventajas o desventajas
obtenidas, número de asociados en lucha, repercusiones para los demás obreros
de la ciudad, número de parados y de emigrantes... En el supuesto de que algún
compañero sufriese prisión como consecuencia de una huelga, la sociedad
responsable de su convocatoria estaría obligada a sostenerlo y, si ésta
hubiese desaparecido, o careciese de recursos, se haría cargo la Federación.
Las organizaciones inmersas en una huelga reglamentaria que durase más de
quince días quedarían exentas del pago de los gastos de mantenimiento
correspondientes al mes en curso.
El domicilio
social de la Federación se denominaría Casa del Pueblo de Almansa. Todas las
entidades federadas deberían trasladar a ella su sede y, durante el primer año
de su ingreso, amortizarían la cantidad de 10 pesetas por cada 25 afiliados en
calidad de copropietarias del edificio. Todos los días de descanso se izaría
en su fachada principal la bandera de la Federación, que sería siempre de
color rojo, símbolo de la fraternidad universal. Anualmente se organizarían,
al menos, dos fiestas: una el 1º de Mayo, llamada "Fiesta del
Trabajo"[2],
y otra el 1º de Octubre, denominada "Aniversario de la Casa del Pueblo de
Almansa". El edificio estaría asegurado contra incendios y, todos los años,
sería inspeccionado por la Junta Federal para que se conservase en el mejor
estado posible de seguridad e higiene.
La Federación
no podría disolverse mientras dos asociaciones estuviesen dispuestas a
continuarla. Llegado tal extremo, todos sus bienes pasarían a ser propiedad de
los asociados que mantuviesen su sede en la Casa del Pueblo y, disueltos éstos,
quedarían en poder del Comité Nacional del Partido Socialista Obrero Español,
en calidad de depósito, para que a su vez pudiese ponerlos a disposición de
los obreros de la ciudad cuando se reorganizasen con iguales aspiraciones y
procedimientos.
La organización
estaría dirigida por una Junta Federal, integrada por dos delegados por cada
sociedad adherida, que elegiría los siguientes cargos: presidente, dos
vicepresidentes, tesorero, contador, dos secretarios, bibliotecario, citador y
tantos vocales como fuesen necesarios hasta completar el número de delegados.
Dicha Junta estaría constituida a su vez por una Comisión Administrativa
(vicepresidente primero, tesorero, contador, secretario primero y citador) y una
Comisión de Propaganda (vicepresidente segundo, secretario segundo,
bibliotecario y dos vocales[3]),
de manera que cada una de ellas entendería independientemente de sus asuntos, y
de común acuerdo en las cuestiones de carácter general. Se reuniría de
ordinario cada quince días y se renovaría anualmente en enero, siendo sus
cargos reelegibles e incompatibles entre sí. Estaría facultada para contratar
empleados a sueldo, a ser posible entre los asociados.
Sus Congresos
ordinarios tendrían lugar anualmente en diciembre. En ellos se examinaría y
juzgaría la gestión de la Junta Federal y, salvo casos urgentes, se tratarían
exclusivamente los asuntos expresados en la convocatoria publicada con un mes de
antelación. Los Congresos extraordinarios se celebrarían por acuerdo de la
mayoría de federados o a propuesta de la Junta Federal, y solo tratarían sobre
las cuestiones que hubiesen motivado su convocatoria. La Junta Federal estaría
representada en los Congresos por dos de sus componentes, con voz pero sin voto,
que no podrían formar parte de la Mesa ni representar a más de una entidad.
Cada sociedad enviaría a un delegado efectivo y a otro suplente, que irían
provistos de una credencial en la que constase el número de asociados que
representaban. Los tres primeros delegados en presentar su acreditación
constituirían la Comisión Revisora de Actas. El Congreso quedaría constituido
en el momento en que estuviese representada la mayoría de los federados. Las
resoluciones no se tomarían por mayoría absoluta de representantes, sino de
federados, de manera que cada delegado votaría por el número de individuos que
representase.
3. CLAUSURA Y
REHABILITACIÓN
En 1911, entendiendo que la proliferación de sociedades obreras servía en muchos casos para ocultar la ideología socialista, el Tribunal Supremo solicitó una investigación al respecto. Según el informe elaborado por el secretario judicial de Albacete, de las 15 sociedades que existían en la provincia 9 estaban radicadas en Almansa, con 736 socios, 2 en Albacete, con 172 afiliados y con una sola sociedad se encontraban las localidades de Caudete, Montealegre, Tarazona y Villarrobledo, que sumaban 252 socios. De estos datos se desprende que, en aquellos momentos, en cuanto al asociacionismo obrero albacetense se refiere, Almansa aportaba el 60% de las organizaciones y el 63% de los afiliados.
El 22 de
septiembre de 1911 el Gobernador Civil de Albacete remitía un telegrama a las
autoridades almanseñas por el que decretaba "...la
inmediata clausura de la referida Casa del Pueblo por haber acordado dicha
superior Autoridad la disolución de la misma...". Aquel mismo día, a
las cuatro y media de la tarde, se presentaron en sus dependencias el alcalde,
José Pérez López, el juez de instrucción del partido y el teniente coronel
de la Guardia Civil (primer jefe de la provincia) con fuerzas a sus órdenes. El
presidente José Lorite Castor, tras ser requerido para notificarle el acto, no
opuso resistencia y se mostró dispuesto a colaborar haciendo entrega de las
llaves, útiles y documentación a su cargo. Seguidamente se procedió a
examinar e inventariar los fondos de la Federación y se levantó acta de la
clausura, documento que nos ha permitido conocer la distribución de la Casa del
Pueblo.
En la planta
baja, además de la Conserjería en la que vivía el conserje con su familia y a
la que se accedía por el patio, había cuatro habitaciones. En la primera de
ellas se encontraban las secretarías de la Junta Federal, de la Sociedad de
Socorros Mutuos y de las Escuelas. En un cuarto contiguo se guardaba, en un
armario, la documentación de "La Bondadosa" y de las Escuelas. En un
tercer aposento se hallaban las secretarías de las Sociedades de Oficios Varios
y de Zapateros, así como la de una Cooperativa de Consumo denominada "La
Alcancía". Finalmente existía una cuarta sala ocupada por la Escuela de
Niños, con una mesa, bancos, pupitres, libros y material de enseñanza. En el
piso principal había asimismo cuatro dependencias. Una de ellas servía de Sala
de Sesiones, con varios muebles y cuadros de destacadas personalidades
socialistas. En otra se ubicaban las secretarías de la Agrupación Socialista y
de la Juventud Socialista. En una tercera se encontraba la Escuela de Niñas.
Mientras que la cuarta estaba ocupada por las secretarías de las Sociedades de
Agricultores y de Albañiles.
No obstante, el día siguiente, 23 de septiembre de 1911, regresaron a la Casa del Pueblo el alcalde accidental, José Ruano Ruano y el capitán de la Guardia Civil, Francisco Romero, para proceder también a la clausura de dicha dependencia, después de que el conserje hubiese sacado sus muebles y útiles. El 27 de septiembre el secretario judicial de Almansa remitió al fiscal ejemplares de los Reglamentos de la Casa del Pueblo, la Juventud Socialista Almanseña, "La Prosperidad" y "La Luz", y el 2 de octubre hizo lo propio con los de la Sociedad de Albañiles, "Los Trabajadores", "La Bondadosa" y el programa general y municipal del Partido Socialista Obrero correspondiente a 1909, documentos todos ellos que habían sido incautados durante el registro.
Aunque fueron procesados algunos
sindicalistas, el 20 de julio de 1912, a requerimiento del juzgado municipal, el
alcalde almanseño devolvía las llaves de la Casa del Pueblo por "...haber quedado rehabilitada la mencionada Sociedad...",
de lo que daba cuenta al Gobernador Civil.
4.
CONSOLIDACIÓN
Superada esta
crisis, la Federación alcanzaba en 1915 los 1.034 socios. Parece ser que la
huelga general de 1917 motivó una nueva clausura y la detención de Pascual
García (presidente de la "La Prosperidad") y Pascuala Pérez,
componentes del comité de huelga local en contacto con Madrid; ello provocó
una cierta decadencia que había sido superada ya a finales de los años veinte.
En 1928 la Casa del Pueblo estaba valorada en 40.000 pesetas, daba a tres
calles: Olmo (Cervantes), Plaza del Cura (Rey don Jaime) y Progreso (Pablo
Iglesias) y ocupaba 614 metros cuadrados. En aquellos momentos tenían su sede
en ella las Sociedades de Agricultores (tal vez "Los Trabajadores"),
con 246 afiliados; Socorros Mutuos ("La Bondadosa"), con 216; Albañiles,
con 62; Zapateros ("La Luz"), con 45; Oficios Varios ("La
Prosperidad"), con 30; Agrupación Socialista, con 25; y Juventud
Socialista, con 30. También funcionaba una Cooperativa Obrera de Consumo,
asociada a la Federación Nacional de Cooperativas e inspirada en los principios
de Rochdale[4],
que contaba con 275 socios y cuyos despachos y almacén se encontraban en la
planta baja; desde su fundación en 1926, el importe de sus ventas se había
incrementado notablemente (12.000 pesetas en 1926, 48.000 en 1927 y 100.000 en
1928).
Asimismo
funcionaba una Escuela laica, dirigida por el socialista José Hernández de la
Asunción, que contaba con 120 alumnos y gozaba de una subvención municipal de
700 pesetas anuales. El Consejo Obrero ferroviario de Almansa, si bien en un
principio estuvo integrado en la Casa del Pueblo, ya por entonces se había
separado para establecer su propio domicilio social; no obstante, continuaba
manteniendo excelentes relaciones con ella y casi todos sus asociados pertenecían
a la Cooperativa Obrera de Consumo de la Federación, asistiendo con asiduidad a
sus reuniones. También disponían los ferroviarios de un magnífico grupo
escolar perfectamente organizado, bajo la dirección del maestro Matías Ferrer.
En abril de 1930
la Sociedad de Profesiones y Oficios Varios de Madrid, que continuaba siendo la
propietaria del inmueble, lo vendió a la Junta Federal almanseña representada
por Sebastián Sáez[5] (presidente), Enrique Giménez Navarro[6]
(vicepresidente) y Arsenio Ibáñez (secretario); su valor en 1933 era de 48.000
pesetas. Entre 1931 y 1936 se produciría en Almansa un espectacular desarrollo
asociativo, llegando a contabilizarse hasta 36 asociaciones de todo tipo: 26
laborales (19 sindicatos, 3 patronales, 3 de socorros mutuos y una
cooperativa), 7 recreativas y 3 culturales. La UGT superó los 1.500 asociados
(en torno al 50% de la población activa), aunque hay que tener en cuenta que
entonces se accedía al subsidio de paro por medio de los sindicatos.
5. INCAUTACIÓN
Y DEVOLUCIÓN
Tras la Guerra
Civil, en virtud del Decreto de 14-12-1940, el edificio de la Casa del Pueblo
fue incautado y entregado a la Delegación Nacional de Sindicatos, a cuyo nombre
fue inscrito en el Registro de la Propiedad de Almansa el 2 de enero de 1941.
Hacia 1950 se acordó su demolición para construir uno nuevo de tres plantas
que con el tiempo se convertiría en sede de la Delegación Comarcal de la AISS.
En 1979 la Banda Unión Musical interpretaba en público por primera vez durante la Transición "La Internacional", en ocasión de la manifestación obrera organizada por las centrales sindicales con motivo de la Fiesta del 1º de Mayo, que contó con la participación del diputado a Cortes socialista José Bono Martínez. Por orden gubernativa, los locales de la AISS permanecieron cerrados y custodiados por la Guardia Civil, en prevención de una posible acción reivindicativa de la devolución de la Casa del Pueblo.
No obstante, días más tarde, el 25 de mayo de 1979, una treintena de afiliados a la UGT (entre ellos los diputados José Bono y Antonio Peinado, el senador Francisco Delgado y Juan de Dios Izquierdo) ocuparon pacíficamente sus dependencias durante noventa minutos con el fin de reivindicar la devolución del patrimonio sindical, hasta verse obligados a abandonarlas a requerimiento de la Guardia Civil.
El 1 de agosto de 1980 el Ministerio de Trabajo
autorizaba a la Confederación
Sindical de la UGT a utilizar en usufructo el edificio. Una semana después, el delegado
provincial del mencionado ministerio entregaba sus llaves
a la UGT
almanseña. El 3 de septiembre el vicesecretario general del PSOE Alfonso Guerra
presidía los actos de inauguración de la recuperada Casa del Pueblo como sede
local de la UGT y del PSOE. Desde entonces la situación no ha variado por lo que
respecta a la propiedad del inmueble.
BIBLIOGRAFÍA:
PEREDA HERNÁNDEZ, M. J. "Sociedades obreras almanseñas fundadas entre 1891 y 1911". II Congreso de Historia de Albacete. Volumen IV. I.E.A. Albacete, 2002; pp.161-180.
[1] José Lorite Castor era maestro. También formó parte de la primera
directiva de la Escuela de Artes y Oficios, constituida en 1908, seguramente
en representación del Centro Obrero Local. Fue uno de los primeros
concejales socialistas de Almansa, si no el primero, al resultar elegido en
las municipales de 1909. También fue autor del Himno al Árbol que, en
1910, cantaron todos los escolares almanseños en una entrañable Fiesta del
Árbol celebrada en marzo de aquel año.
[2] Desde 1904, año de la
creación de la Agrupación Socialista, se celebraba en Almansa el Primero
de Mayo con un mitin, el envío de un pliego de peticiones al Gobierno y una
gira campestre; en 1919, año del establecimiento de la jornada laboral de
ocho horas, el Ayuntamiento acordó su declaración como fiesta local.
[3] El resto de los vocales se distribuirían por partes iguales entre
ambas comisiones.
[4] En 1844 un grupo de 28 trabajadores discípulos de Robert Owen fundó
en la ciudad inglesa de Rochdale (Lancashire) la "Society of Equitable Pionneers", una cooperativa de
consumo para el suministro de productos de calidad a precios justos, que más
tarde se convirtió también en cooperativa de producción. Una de las
conclusiones a que llegaron los obreros textiles de Rochdale al construir
aquella primera cooperativa de consumo fue: "El
incentivo de lucro es el origen y la razón de ser de los intermediarios, y
debe sustituirse por una noción de servicio mutuo o cooperación entre los
consumidores".
[5] Sebastián Sáez había sido, en 1911, primer presidente de la
Juventud Socialista Almanseña.
[6] Enrique Giménez Navarro sería elegido concejal por el PSOE en abril
de 1931.